Unos 130.000 cartuchos de gas lacrimógeno ha gastado la Policía turca en reprimir las protestas que se iniciaron hace ahora 20 días en Estambul, y que se han extendido por varias ciudades, con miles de heridos, cientos de detenidos y al menos cuatro muertos. El Gobierno tiene previsto comprar otras 100.000 unidades en los próximos días. La Policía está deteniendo a decenas de personas en sus domicilios o en sus lugares de trabajo acusados de terrorismo por participar en las protestas.
El Gobierno, que había adquirido 150.000 bombas lacrimógenas a principios de año, ha decidido sacar a licitación la adquisición de otras 100.000 unidades, además de tanques de agua y vehículos blindados, tras los daños recibidos durante las protestas.
El Departamento de Abastecimiento y Mantenimiento, que ha realizado la oferta, planea comprar los cartuchos y vehículos blindados a través del fondo discrecional del Primer Ministro, en caso de que el Tesoro niegue ampliar el presupuesto con nuevos fondos.
Tras los fuertes enfrentamientos de los últimos días, la Policía ha inicado una amplia redada en la que está deteniendo a decenas de activistas en sus propios domicilios y en sus lugares de trabajo acusados de terrorismo, la mayoría en Estambul y Ankara.
El diario Hurriyet Daily News ha informado que algunos de los arrestos fueron practicados en las sedes de la agencia 'Etkin News' y el periódico 'Atilim', en Estambul.
La actividad de los activistas se limita ahora a la celebración de asambleas en las plazas de las ciudades. La última forma de protesta la puso en práctica este lunes el coreógrafo Erdem Gunduz, que llegó a la plaza Taksim, dejó su mochila en el suelo y permaneció de pie, mirando las banderas y el retrato de Atatürk, el fundador de la Turquía moderna, al fondo de la plaza durante varias horas.
Cientos de personas están siguiendo el ejemplo del 'Hombre de pie', mientras el Gobierno afirma que no intervendrá a menos que se convierta en "una amenaza contra el orden público".
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