Un grupo de refugiados intenta escapar de la Policía húngara en su huida hacia Austria o Alemania, destino de la mayoría de los sirios que huyen de la guerra de su país. El vídeo muestra el momento en que la periodista Petra László, que está gravando la huida, pone la zancadilla a un hombre que corre con un niño en brazos, haciéndole caer al suelo. En las imágenes se ve que lo hace de manera intencionadade. Además, en otras fotos que circulan por la red se ve a la reportera dando patadas a refugiados.
Los refugiados escapan de los agentes cerca de la frontera con Serbia para evitar ser detenidos y enviados a los campos de refugiados levantados en Hungría, donde se hacinan centenares de personas en muy malas condiciones.
Vean este vídeo. Ahora vean a esa cámara haciendo la zancadilla a un refugiado con un niño en brazos.
#Hungary
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— Lau (@shul_evolution) septiembre 8, 2015
Mientras la Unión Europea acelera a regañadientes una respuesta al éxodo de refugiados, la frontera sur, la de los principados del Golfo, permanece cerrada a sus hermanos árabes. Los jeques no se sienten concernidos por el drama de quienes huyen ni por el de los países que como Líbano, Jordania y Turquía, también hermanos, ven estallar sus costuras acogiendo a casi cuatro millones de refugiados.
Las suras y aleyas del Corán que hablan de la misericordia las debieron olvidar, y su riqueza desbordante parece servir sólo para engordar su desbordante riqueza. Ni la historia, la tierra, la lengua y la fe compartidas parecen mover un ápice su solidaridad. Tampoco su responsabilidad en la financiación de un integrismo criminal.
Es difícil que una revelación modifique su postura. O que lo haga una comunidad internacional, complaciente con sus desmanes, esgrimiendo una Carta de Derechos Humanos que allí está enterrada en petróleo y arena. Pero sirva la polémica, al menos, como legítimo desahogo.
Isaías Lafuente (Cadena Ser)
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