Ya había reclamado varias veces, pero un mes más la operadora le volvió a cargar el importe de un servicio que nunca solicitó ni utilizó. Así que se dirigió a la oficina una vez más. No era tanto por los pocos dólares que le cobraban, sino por simple dignidad. Pero parece que las explicaciones que le dieron no le convencieron y decidió que ya estaba bien de que le tomaran el pelo.
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