Un tsunami de alegría recorrió ayer España como nunca antes se había visto y que ha sido la envidia del resto del mundo, incluida la Alemania de Merkel. Decenas de miles de personas, en su mayoría jóvenes, se echaron a las calles entre abrazos y besos. Otros miles llenaron las bibliotecas en busca de información, las librerías agotaron sus existencias sobre el tema. Las televisiones cambiaron sus programas basura por documentales divulgativos... España fue un clamor celebrando el hallazgo del bosón de Higgs, la partícula que los científicos llevaban décadas buscando para poder explicar cómo es la materia.
Pero no sólo ha sido una expresión de alegría. También ha surgido un repentino amor a la ciencia por parte de la ciudadanía. Las bibliotecas se vieron desbordadas por una oleada de peticiones de tomos sobre física y ciencias en general, de tal forma que en varios centros tuvo que intervenir la policía para poner orden porque los más fervorosos no respetaban las filas.
Según las autoridades, en un centro cultural de un barrio de pijos de Madrid, decenas de muchachos y muchachas con ropa de marca han sufrido ataques de ansiedad porque en la biblioteca apenas había libros que hablasen de la famosa partícula. De hecho, en las estanterías solo había libros de coches y revistas de moda.
Las televisiones, especialmente Telecinco, emitieron en horario de máxima audiencia documentales sobre el descubrimiento, con la participación en directo de decenas de científicos y filósofos que respondieron a las miles de preguntas formuladas por la audiencia, que en algunos momentos alcanzó el 98% de share (o como se escriba).
Miles de estudiantes de la Universidad de Zaragoza se concentraron ante la Facultad de Ciencias para exigir que se organicen cursos intensivos durante el verano para estudiar a fondo todo lo relacionado con el bosón. Lo extraordinario es que muchas de las personas concentradas eran estudiantes de Filosofía, Derecho y otras especialidades de las llamadas Letras, además de alumnado de institutos.
Los centros de jubilados han sido la excepción a este tsunami bosoniano. Apenas algunas decenas de abuelos y abuelas levantaron la vista de sus partidas de cartas cuando la noticia apareció en la pantalla de las teles. Según dicen los psicólogos, desde el medicamentazo del pasado domingo, los mayores andan con una depresión de caballo y ya no hay nada que los anime. Ni siquiera el bosón de Higgs, que ya es decir.
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