16/6/13

Anoche, toda la ciudad era Taksim




Crónica del desalojo desde las tripas de Taksim

"Nadie esperaba un ataque el sábado por la tarde. El parque Gezi estaba lleno de familias, niños, ancianos, que paseaban por allí. El ambiente era de más verbena que nunca. En un café, a tres calles de Taksim, me había puesto por fin a escribir sobre los últimos tres días en #OccupyGezi, cuando empiezo a escuchar muchos gritos, muchos cánticos, algo normal por aquí estos días, pero no muchos, sino muchísimos, y la mitad de la gente del café sale a la calle mirar y la otra mitad no quita la vista del televisor. Levanto la cabeza y no me puedo creérmelo: ¡la policía está dentro del campamento del parque Gezi!! Hace unas horas, Erdogan se había dado un baño de masas y lanzado su enénisimo ultimátum de 24 horas. ¿Pero quién iba a esperar el ataque un sábado por nohe cuándo más gente hay allí?


Salgo a la calle Istikal, la principal que termina en Taksim. Riadas de gente se dirigen a la plaza y todos aplauden, cantan. Es curioso, pero todavía sentía en ellos más alegría que rabia. Algunos ya vuelven tosiendo. Hay mucho gas, hay mucha gente diciendo con la mano: vamos, vamos.

Taksim está tomado y en el cruce con Istikal hay una tanqueta de agua a presión. Dos hombres se acercan con una bandera turca, no sé si decir heroicamente o de forma totalmente inconsciente. Yo estoy muy cerca. Se sientan para que la tanqueta no pase. La tanqueta suelta un chorro enorme a los dos hombres que los tira para atrás. Estos gritan, gritan mucho. Huele a veneno. Eso no puede ser agua. Luego me dirán que le han puesto agentes químicos abrasivos.



La gente sale disparada por las calles adyacentes. Toda esta zona está llena de gente siempre, más un sábado por la noche: hay muchos restaurantes, bares.. La gente entra en pánico. Algunos nos refugiamos en un café, que se llena de gente tosiendo, con los ojos enrojecidos, gritando que "el agua" quema. Llaman como locos a sus amigos, para comprobar que están todos bien.


La chica que está a mi lado me dice que tiene amigos en el hotel Divan, donde los acampados habían hecho una especie de hospital improvisado. Le acaban de contar que la poicía está intentando entrar, no, que acaban de entrar, y que los manifestantes están luchando para echarlos, no, que ahora ya han soltado gas allí, en el hall, y que están deteniendo a heridos y también a médicos voluntarios. Y me enseña una foto de balas de plástico que están disparando.

En la televisión sale el gobernador de Estambul felicitando a la policía y a la gente (no sé porqué a la gente), de que todo haya salido bien, y dice que la gente esté tranquila y confíe en ellos, que ya todo va a terminar. El dueño del café nos echa a todos, es la hora de cerrar.

Fuera, sigue la policía soltando gas y algunos manifestantes se arman de valor, cogen las bombas de gas con guantes o un trapo y se las vuelven a lanzar a ellos. Cuando lanzan varias seguidas, el picor en la garganta es insoportable y los ojos dejan de ver. Yo, por supuesto, llevo gafas de buceo y máscara de gas, el kit básico de supervivencia en la ciudad. Pequeños grupos como este intentaban no alejarse mucho de Taksim.


Llego a una calle principal, paralela a Istikal, que también termina en el parque Gezi. Hay pequeñas barricadas hechas, pero casi no hay gente. Ha debido de haber un ataque hace bien poco. Me acerco más al parque. Dos guardias de seguridad de unas obras están cantando, sentados en una acera: ¡Erdogan vete ya! Me señalan a un montón de gente que hay en la calle, de paisano, y me dicen que son todos policías. Luego me dan el password del wifi del Insituto Cervantes, que está ahí al lado. Pienso: ya que parte del gas que nos estamos comiendo lo ha vendido el gobierno español, al menos, esto...

Más cerca aún, me encuentro a tres chicos sentados. Me cuentan que están descansando, agotados de luchar con la policía. Estaban en el parque cuando la policía ha entrado y ha dicho que se fueran todos. Dicen que fue la locura, que la gente se puso histérica, como si hubiera un incendio, y la policía no tardó ni cinco minutos en atacar. Hay muchísimos heridos. Me dicen también que hoy han perdido, pero que mañana ganan. Hay convocada por redes sociales una concentración, y también una huelga general desde los sindicatos. Empieza otro ataque de gas, y todos salimos corriendo.


La policía ha ido cortando calles, están en muchas esquinas, con sus tanquetas. Me fascina la gente que sigue de fiesta como si nada, con sus taconazos, su borachera y su servilleta en la boca para no comerse gas. En la calle de los transexuales, de las prostitutas, el negocio también sigue igual.

Mucha gente de los barrios están intentando acercarse aquí, pero la policía toma todos los puentes, hay muchos enfrentamientos. En la estación de metro abierta más cercana a Taksim, están deteniendo a todos los grupos de más de dos personas.


Por todas las calles, hay grupos con máscara y casco, que se resisten a ir de allí. Cuando hay un ataque fuerte, se van para atrás, pero en cuanto puede vuelven. No quieren estar muy lejos de Taksim cuando la gente de los barrios llegue. Pero pasa la noche y no vienen, la policía se lo ha impedido. Amanece, y ya no sé distinguir entre los que vuelveb borrachos de fiesta y los que están medio drogados por el cansancio y el gas. Estoy perdido y pregunto a unos por Taksim. Me dicen: No Taksim, no Gezi. Les digo que tengo que ir allí. Gezi está aquí, me señala todo, Taksim está en todas partes. Me sonrío. Pregunto a otros.


Los alrededores de Taksim están llenos de policías tumbados en cartones en el suelo, durmiendo bajo los escudos, en cualquier lado. Sorprendentemente, puedo atravesar Taksim, es más, llego al parque Gezi, donde las excavadoras están tirando todo que encuentran a su paso, todas las tiendas de campaña y los operarios de limpieza se están repartiendo toda la ropa y objetos personales que ellos consideran de valor. Cuando voy a hacerles una foto, parece que les entra vergüenza y dejan de hacerlo. Cuando se la hago a las escavadoras, un hombre se acerca y me dice que no puedo sacar fotos. Le pregunto porqué. Porque soy policía, me dice. No es noche para hacer más preguntas.


Detrás del parque, está el hotel Divan, donde siguen refugiados muchos de los acampados. En el hall, hay muchas miradas perdidas y muchos intentando dormir como pueden. El ambiente es desolador, de mucha tristeza.

Fuera, hay también muchos de #OccupyGezi. Pasa una fila de policías, cuando uno de ellos empieza a empujar a un manifestante, los demás le gritan y acaban separándoles. El policía se acaba yendo mientras el parque y grita: Está muerto, el parque está muerto. Lo dice en inglés, con mucha rabia. Los manifestantes le contentan cantando y ondeando una bandera turca.


Llega pan y queso, no sé de donde, y dos empiezan a cortarlo y repartirlo, los demás hacen pacientemente su cola, como en la caseta de alimentación del parque, como si llevaran Gezi, y su forma de hacer, con ellos. Pero es una cola triste, todos están muy tristes.

Filas de autocares se llevan a los policías. Vuelvo por Taksim, pero ahora la plaza está cerrada. A las 16:00 hay convocada una concentración de #OccupyGezi en Taksim. A esa hora, Erdogan ha convocado otra en una plaza muy céntrica.


La Plataforma de Solidaridad con Taksim ha publicado un nuevo comunicado tras el ataque. Consigo dormir en casa de una amiga, cerca de Taksim. Me dice: si vuelve a haber gas, cierra las ventanas, los gatos se ponen enfermos.


Antes de acostarme, miro en reloj y veo que ya son las nueve, ya es mañana, el día en el que según los chicos que encontré, ganamos...


No hay comentarios:

Publicar un comentario