1/7/14
El Europarlamento que viajaba en tráilers cada mes de Bruselas a Estrasburgo
Son casi 123 millones de euros al año el coste adicional que supone celebrar cada mes en Estrasburgo el pleno del Parlamento Europeo. Cada mes, miles de personas, toneladas de material y decenas de coches oficiales son trasladados desde Bruselas. Diputados y decenas de funcionarios tienen despacho en ambas sedes, y algunos disponen de un tercero en Luxemburgo, la tercera sede de la Eurocámara, que hoy se constituye. Un derroche que nadie parece querer cortar.
Una vez al mes, unas 5.000 personas, entre diputados,asistentes y funcionarios, recorren los 350 kilómetros de Bruselas a Estrasburgo para el pleno mensual del Parlamento Europeo. Una vez al mes, ocho camiones tráiler transportan coches oficiales y material administrativo de Bruselas a Estrasburgo. Una vez al mes, se fletan trenes y vuelos especiales... Una vez al mes hay que pagar más de diez millones de euros para celebrar el pleno en la ciudad francesa.
Los edificios del Parlamento Europeo solo se utilizan 42 días al año, manteniéndose cerrados el resto del tiempo. Los 751 europarlamentarios y cientos de funcionarios de la Comisión Europea tienen un despacho en Bruselas y otro en Estrasburgo. Además, más de cien funcionarios de la Eurocámara tienen otro en Luxemburgo.
Según datos oficiales de la propia institución, el coste anual de las infraestructuras existentes en Estrasburgo, como el alquiler de plazas de aparcamientos, equipamiento de oficina, limpieza, consumo energético y seguridad, asciende a 33,5 millones de euros. Los costes operativos de las 12 sesiones plenarias en Estrasburgo suponen otros 89,3 millones, lo que suma 122,8 millones anuales, algo más de 10 millones para cada sesión plenaria de sus señorías.
En la reunión del Consejo Europeo celebrada en Edimburgo en diciembre de 1992, los presidentes de Gobierno de los Estados decidieron que el Parlamento Europeo tuviera su sede en Estrasburgo, donde se celebrarían las doce sesiones plenarias mensuales. Los tímidos intentos de eliminar este derroche de dinero y tiempo han fracasado por el veto de Francia. Es un ejemplo más del esperpento que tiñe algunos aspectos de la Unión Europea.
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